ÚLTIMO DÍA

De la serie Una Guatemalteca en un Ashram 2024


CONTEXTO: Escribí este texto un día después de haberme ido de Indore. Estaba ya en la casa de una amiga intentando procesar todo lo que había pasado. No lo publiqué porque sentí que necesitaba madurar un poco mis ideas y tener un poco de privacidad antes de ventilar lo que sentí. Ahora, casi dos meses después, estoy lista para publicarlo. Así que aquí va.

Ya se acabó todo. Aguanté 25 días de los 30 que tenía planeado estar en el ashram. Los últimos días fueron los más duros. Pero quiero empezar a contarlo desde todo lo que aprendí y luego mencionar la razón por la cual me fui del ashram y no participé en la ceremonia de graduación.

Mi estadía en el hostal resultó ser lo mejor que me pudo haber pasado. Tan así que decidí quedarme ahí la última semana del curso. Ya no quise regresar al ashram. Así que me levantaba temprano, pedía un taxi y me iba a clases durante la mañana. Luego regresaba a almorzar al hostal y después salía por chai. A las 4:30 pm volvía a pedir un taxi y regresaba a las clases de la noche para después volver al ashram a las 8 pm a cenar y dormir.

Esa fue mi rutina los últimos días. Decidí no involucrarme con nada más que no fueran mis estudios. De las cosas más interesantes que aprendí fue Nadi Pradiksha, la lectura del pulso. En Ayurveda existen 3 biotipos: vata, pitta y kapha. Cada uno representa diferentes elementos de la naturaleza en el cuerpo. Esos biotipos se pueden percibir en el movimiento del pulso. Vata se mueve como serpiente, pitta como rana y kapha como pato.

Como yo ya había estudiado ayurveda, ya había leído sobre esta técnica, pero nadie me la había enseñado en persona. Así que estaba muy emocionada por aprender esto directamente del doctor de Ayurveda en el ashram. Fue una clase súper interesante. Ahora ya voy a poder incluir eso dentro de la evaluación de ayurveda que hago.

También conocí un proyecto que se llama Healy. Este proyecto fue creado por un físico y filósofo alemán que se volvió monje en los Himalayas y pasó años estudiando los mantras. Él quería unir la ciencia con la espiritualidad, así que creó un aparato que escanea el cuerpo y le da las frecuencias que necesita. Similar a cómo una canción tiene el poder de hacernos sentir feliz o triste, él buscó las frecuencias que tienen influencia sobre los tejidos del cuerpo. Me pareció una terapia súper interesante como complemento a la práctica de yoga y ayurveda porque también es capaz de evaluar qué dosha está alterado y en qué chakra no está fluyendo la energía.

Me pareció que Healy es un complemento ideal para las sesiones de Yoga Terapia y Ayurveda. En un mes voy a tener el mío. Ya quiero empezar a probarlo en mí para poder incluirlo en mis consultas.

Así que en resumen, aprendí mucho en los últimos días pero también fue muy obvio que no quería participar en nada más que no fuera el estudio. Yo hasta pregunté cuál era el último día de clases para no quedarme ni un día más después de ese. Me dijeron que el último día era el jueves 25 de enero. El 26 era el día de la república y solo iba a haber clase temprano en la mañana, y el sábado era la ceremonia de graduación.

Así que con base a esa información, mis amigas y yo decidimos que era mejor irnos el viernes en la mañana. No asistiríamos a la última clase porque no había boletos de avión que salieran en la tarde. Otras chicas decidieron irse el jueves. Así que cuando le avisamos al ashram, ellos decidieron que mejor tuviéramos la ceremonia de graduación el jueves para que nosotras pudiéramos estar.

No nos encantó la idea pero ni modo. Ya habíamos comprado los boletos. Le íbamos a hacer ganas. Llegó el jueves y en la clase de las 7 am, frente a todos y todas, Guruji dijo que había personas en el salón que no habían sacrificado lo suficiente para poder recibir el conocimiento que él se había comprometido a compartirnos. Dijo que no era bueno que se formaran grupos de amigas que no eran capaces de soltar la negatividad de lo que sucedió el día del incidente en Ujjain. Hasta habló de cómo una fruta podrida es capaz de pudrir al resto cuando están en la misma canasta. Nos dijo que él se disculpaba por lo sucedido pero que uno también tiene que dejar ir las cosas y tener una mente más positiva. Así que como había personas que ya no querían estudiar, había adelantado la ceremonia de graduación.

La manera en que pasó por alto lo que muchas mujeres sentimos después de esa experiencia fue lo que se conoce en inglés como gaslight. Su intención era hacernos quedar mal a nosotras por no habernos quedado calladas. Ahora resulta que la manera en que nosotras estábamos reaccionando se lo atribuía a que tenemos pensamientos negativos y no podemos vibrar tan alto como él.

Mientras yo escuchaba esto, mis orejas se iban poniendo cada vez más y más rojas. Miré un punto fijo en mi mat mientras sentía cómo el enojo se me iba subiendo por todo el cuerpo. La verdad es que mi enojo no había llegado a ese punto hasta que él se echó ese discurso pasivo agresivo frente a todo el salón. Además, nos estaba castigando porque dejó de dar clases y las retomó cuando nosotras nos fuimos.

Lo peor de todo es que no se dignó a tener una conversación clara y directa con nosotras. Todo fue detrás de la fachada de "buenas vibras" intentando hacernos sentir culpables por cuestionar el pésimo manejo de la situación de ese día. El grupo estaba claramente dividido entre los devotos y nosotras.

Así que cuando terminó su discurso, le dije a mi amiga que yo ya no me iba a quedar para la ceremonia de graduación ni nada de lo que sucediera ese día. Me quería ir YA. Ella estuvo de acuerdo y fuimos a la oficina a pedir nuestro certificado y decir que a las 12:00 pm nos teníamos que ir. La ceremonia era a la 1 pm.

Me dijeron que podían enviarme el certificado por PDF. Así que salimos a la calle con todas nuestras cosas a pedir un Uber. Al ratito salió una de las "devotas" a decirnos que regresáramos porque la ceremonia estaba por comenzar. La adelantaron aún más para obligarnos a estar presentes con la excusa de que ya habían impreso el certificado y nos lo podían entregar en lugar de enviarlo en PDF. Además, insistieron en que iba a estar presente no sé qué político para entregarnos nuestros certificados. Nos negamos a entrar y nos quedamos afuera en la calle. Esperando que nos lo dieran ahí mismo.

Después de un par de minutos algo tensos, salieron a darnos los certificados. Nos subimos al Uber y nos fuimos. Regresamos al hostal y pasamos la noche ahí. Yo me encerré toda la tarde y noche. Al principio estaba muy enojada, después me sentí dolida y triste. La idea de tener un ashram al cual volver y seguir estudiando en un mismo linaje era algo muy lindo. Eso ahora ya no existe.

No debería sorprenderme. Hoy en día la figura de un Gurú existe porque tiene discípulos que lo siguen ciegamente como un pastor en una iglesia. Necesitan sus ovejas y yo nunca he sido una.

En la filosofía, un Gurú es un maestro y no es solo un hombre que ejerce poder sobre los demás. Las mamás son los Gurús de sus hijos. El verdadero significado de la palabra no tiene que ver con el poder sino con el intercambio de conocimiento.

Uno de mis propósitos en esta última visita al ashram era ahondar en el lado político del yoga. Quería tener respuestas sobre lo que significa una práctica para la liberación en un mundo como en el que vivimos hoy. No las obtuve de manera en la que quería pero sí que tengo un panorama muy claro.

No creo que vuelva al ashram pero mis estudios aún continúan. Este viaje fue para hacer mis prácticas y certificarme por haber recibido un entrenamiento en persona.

El siguiente paso es registrarme con IAYT (International Association of Yoga Therapists) y para eso tengo un año y medio para atender a un mínimo de 22 personas y entregar una tesis. Mientras hago eso, sigo recibiendo clases de filosofía, asana, ayurveda y anatomía en línea con los y las maestras del ashram.

Me voy con un trago amargo pero también llena de mucha emoción por el futuro. Es cierto que fue una experiencia dura y para nada lo que esperaba de parte de Guruji pero por otro lado conocí a compañeras increíbles con quienes estoy segura que nuestros caminos se van a volver a cruzar.

Además, para ahondar más en mis estudios, me apunté a recibir tutorías con mi maestra favorita. La que renunció al ashram.

Así que no siento que todo esto haya sido en vano. Gané nuevas compañeras de trabajo, amigas en la vida y maestras en mi camino. Sé exactamente qué tipo de terapeuta de yoga quiero ser.

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