DÍA UNO

De la serie Una Guatemalteca en un Ashram 2024

El jetlag está potente. Llegue anoche a las 9:30pm hora de India. Fue un viaje cansado. Poco se habla de cómo viajar largas horas afecta al cuerpo. Yo llevaba ya un buen par de años siguiendo Dinacharya. Mi rutina especial para lo que necesita mi cuerpo. Respetando horarios de comida y de sueño. El viaje alteró todo eso. También debo agregarle el estrés que tuve por casi perder el último vuelo porque por alguna razón mi boleto no aparecía en el sistema. Vaya que llegué temprano porque estuve casi tres horas intentando resolverlo. La aerolínea no se quiso hacer cargo de nada y solo decían que no salía en su sistema y punto. No había nada que hacer. Tuve que comprar otro. Por suerte era un vuelo doméstico desde Delhi a Indore. No salió tan caro pero igual no es como que el dinero me sobra. Si afectó mi presupuesto. Pero no tuve otra opción. La cosa es que a pesar de todos los contra tiempos llegue al ashram.

Me recibió mi maestro de asana. Ya nos conocíamos por medio de zoom y me dio mucho gusto saludarlo en persona. Me cae muy bien. Me dio un mini tour en calladito porque después de las 9:00pm hay que hacer silencio. Además la mayoría de las personas ya estaban dormidas.

El ashram ha cambiado mucho desde la última vez que vine en el 2017. Lo han remodelado. Ya no están los dibujos que junto a mis compañeres del 2017 dejamos en la pared. Ahora las paredes son de un solo color. Hubo una pareja que estuvo aquí en el 2017, eran mis vecinos de cuarto, años después murieron ahogados en el mar de Portugal. Yo tenía la ilusión de ver el dibujo que ellos dejaron.

Pero bueno, si algo me enseñó el 2023 es que todo cambia y que nada está bajo mi control. Esa enseñanza no es ninguna novedad, es más diría que el 2023 reforzó eso que ya sabía.

Tengo un amigo que me dijo que yo estaba literalmente empezando el año viajando. No me había percatado de eso y de cómo la gente tiene rituales para atraer viajes durante el año nuevo. Yo la pase en el avión. Es el primero año nuevo en mucho tiempo que no ha sido “especial” y cuando digo “especial” me refiero a que no hubo comida, bebida o abrazos y besos a las 12. Fue una noche cansada. Tuve miedo de estar sola de madrugada en Delhi. Extrañé mucho a mi pareja y recordé que de lo último que me dijo cuando nos despedimos fue "tu sos fuerte”. Y vaya si no la vida me ha preparado para lo que sea.

Regresar al ashram de alguna extraña manera se siente como regresar a casa. No quiero ponerme mamona y decir cosas como “oh mama India” porque tampoco. Pero hay cierta calma que solo aquí siento. Como por ejemplo, es el único lugar donde no aprieto los dientes para dormir. Hasta me cae mal estar tan condicionada. Pero por otro lado es incómodo. Estoy durmiendo en un catre con un colchón parecido a los que se consiguen en la Bolívar. Me tengo que bañar a guacalazos y no tengo internet.  

Sé que esta es la realidad de muchas personas en el mundo y sin ir muy lejos de muchas personas en Guatemala. Estoy consciente de mis privilegios en casa y a veces me siento hasta culpable por tenerlos.

Estar aquí me recuerda todo lo valioso. También me trae a tierra. Tenía muy romantizada esta experiencia. Había olvidado lo incómodo que es y solo recordaba el chai que tanto me gustaba y las experiencias profundas y transformadoras de las meditaciones.

Ahora el chai me sabe muy dulce y no he tenido clase de meditación aún. De nuevo el yoga me recuerda que las expectativas no sirven para nada. Que la aceptación lo es todo. De hecho, eso fue lo que dijo Guruji hoy.

Las clases comienzan hasta el 4. Así que por ahora lo que me queda es Karma Yoga. Ofrecer actos de servicio y compartir lo que es útil.

La última vez que estuve aquí mi proyecto de karma yoga fue el blog. Esta vez no lo voy a compartir de la misma manera. Me apunté a trabajar en el huerto y trabajar con la tierra. Es algo que nunca he hecho porque todas las plantas que he tenido se me mueren. A pesar de que en todas las lecturas del tzité que he tenido me han dicho que me hace bien trabajar con la tierra y las semillas. Así que voy a hacer caso.

Me pase gran parte de la tarde juntando hojas secas, barriendo la entrada del ashram y escuchando a mi maestro decirme como se debe de poner el tomate junto al cilantro. A ver qué tal, a ver si no cambio de proyecto todos los días porque también es una posibilidad.

Mañana vienen dos compañeras que conocí por Zoom y que nos hemos hecho amigas. Una de Latvia y una de Hungría. Ya hasta tenemos grupo de whatsapp las tres. Así que estoy emocionada por conocerlas en persona.

Seguiré escribiendo todos los días sobre mi experiencia en el ashram. Volviendo poco a poco a las letras y encontrando partes de mí que había olvidado o escondido.

Emocionada por todo el aprendizaje que se viene.

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